En mi época todos íbamos a ver el gran desfile que venía del Oriente con la buena nueva del nacimiento del Niño Jesús. Éramos pobres y felices. Los Reyes traían camellos briosos, y se parecían a nosotros. Y portaban, además, la esperanza.
Poco a poco los Reyes Magos fueron desapareciendo. Sobrevino la figura grotesca de Santa Claus, un tipo despreciable que nada le dice a mi cultura, y que se parece antes que a nosotros, a una botella de Coca-Cola .
Soy un asistente vergonzante al desfile de los Reyes Magos, pero el penúltimo me dejó maltrecho. Los Reyes Magos estaban montados en dos burros y un camello. Los burros eran realengos, y el camello renqueaba de una pata y parecía que tenía cucharas atrasadas. Más flaco que el galgo de Don Quijote.
Pero en el último desfile ya ni camello había , y aquello parecía un entierro de pobre. Juré no volver jamás al desfile, y escribir estas notas necrológicas desde la nostalgia. !Nos jodió Santa Claus!
!Los Reyes Magos han muerto!
Andrés Luciano Mateo
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