Quien quiera profundizar en lo que es una administración pública marcada por botellas de todas las marcas puede investigar o buscar las nóminas.
Pierde tiempo explorando en la Cancillería. Le dirán que el Canciller es nuevo. (“Varga” la aclaración). Si vuelve le dirán que viajó a Europa en misión de Estado sin fecha de regreso.
Como preguntando se llega a Roma, indague quienes realmente trabajan en las embajadas y consulados. Aparte de estos, sabrá de los agraciados pagados en dólares o euros, incluso viviendo en República Dominicana, algunos sin tener visado del país de destino.
En la mayoría de ministerios sucede igual con el personal en nómina, que incluye bocinas y amplificadores mediáticos. Mientras eso sucede, presentan a los médicos como los malos de la película.
Los mentores del oficialismo le tienen tirria a médicos y enfermeras. Actúan siguiendo pautas que priorizan el cerco y la animosidad al Colegio Médico y a la ASONAEN (Asociación de Enfermeras). Para colmo, utilizan a quien predica que los médicos están cansados de huelgas. Da pena pensar que como galeno es buen tránsfuga.
El lector sabe que el dinero que se evapora en la burocracia parasitaria, en privilegiados morados, en nominillas clientelares, en derroches a diestra y siniestra, alcanza y sobra para un salario satisfactorio y condiciones de dignidad para los médicos dominicanos.
Agregue la montaña monetaria que mensualmente fluye del Estado para lubricar la máxima meta palaciega: SU Congreso, SUS alcaldes, SUS regidores y SUS jueces.
El gobierno no tiene la culpa de una oposición dispersa, impotente y con fallos en los faroles.
Pero investigue las malas artes engrasadas con los recursos públicos. Verá la falsedad de la popularidad pregonada, expresión de la corrupción más voluminosa en la historia dominicana. Para colmo inventan que, entre otros, hay responsables de que se vea al PLD “como un partido de corruptos”. El creador de la ocurrencia ganaría a unanimidad el premio Nobel de la genialidad.
Su talento y clarividencia tienen trayectoria. Bastaría evocar al célebre barrilito o su amenaza de premiar al “guachimán” de una selva llamada JCE.
Raúl Pérez Peña (BACHO)
PANCARTA
Listín Diario
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