Creo que el paso del Licenciado Andrés Navarro por la cancillería está condenado a la intrascendencia. Digamos que -si descontamos las expectativas que levantaron sus discursos de fin de año anunciando que nadie-más-cobrará-sin-trabajar- pudo hacer muy poco. Algo hizo. Por ejemplo, sacó a la lacra reformista que no se convirtió al peledeísmo, y creo que eliminó algunos empleos supernumerarios. Pero nada más.
El país sigue sin política exterior -hemos sido incapaces siquiera de entendernos con Haití- y debido a la corrupción, la xenofobia, la pobreza, la homofobia, etc, somos un estado no fallido, pero sí impresentable. Se nos percibe simplemente como un lugar donde hay buenas playas y mucha permisividad. Es la herencia del PLD: mucha pasarela y nada de política exterior coherente. Y por eso hemos tenido una cancillería tan desastrada -no hay mejor calificativo- que llegó al fondo con Morales Troncoso y su gavilla reformista.
Seguramente Navarro hubiera querido cambiar todo eso, pues es un técnico inteligente y laborioso, que sabe distinguir el bien y el mal. Pero no pudo hacer otra cosa que amagos.
Seguimos teniendo nuestras embajadas repletas de funcionarios, la mayoría parásitos sin calificación, lo que causa la risa de todo el espectro internacional. Son, decía la prensa, 1400 funcionarios en 45 embajadas, es decir a unos 30 por legación. En la ONU, por ejemplo, tenemos 28, el doble que Brasil. Y en Chile, donde la embajada es una casa muy lujosa en un barrio muy caro que solo negocia pasaportes, se reportan 20 funcionarios. En total el país gasta 5 mil millones de pesos anuales en gastos de estas legaciones -salarios y gastos de representación incluidos- en un país, repito, sin política exterior y con niños pobres muriendo en hospitales depauperados.
Los salarios y gastos de representación de estos diplomáticos son apabullantes respecto a nuestra realidad social y a las tareas que realizan, pues nuestras embajadas son instituciones apagadas. El embajador en Rusia percibe 13 mil dólares mensuales, según los datos de la cancillería, y el embajador en la OEA -un licenciado en filología que alguna vez escribió una novela exitosa- ganaba 12 mil dólares mensuales hasta que fue nombrado ministro de cultura. El embajador en Haití -una legación que tiene muchas más cicatrices que muescas en el revólver- gana la bicoca de 10 mil dólares, el de Chile algo mas de 8 mil, y el de Jamaica 7 mil. Y como los embajadores dominicanos son criaturas que están en los cargos por años y lustros, hay que suponer que consiguen eso que Marx llamaba “acumulación originaria”.
Y la cancillería sigue siendo el antro de inhabilidades que siempre ha sido. Tenemos funcionarios que han pasado por todos los gobiernos, mostrando en cada uno una persistente incapacidad para hacer lo que deben hacer, pero siguen en funciones. Hay viceministros(as) que han hecho de la molicie un atributo funcionarial, y solo sirven para provocar risas cuando rinden cuentas de sus logros anuales. Y, obviamente, siguen en sus cargos.
Pero al menos, bajo el mando del Lic.Navarro, existía la noción del cambio. Ahora, le han entregado la cancillería a Miguel Vargas Maldonado, como un premio a su excelente servicio a la causa continuista del PLD desde 2012. No porque tenga particulares habilidades para ser canciller. Se trata de un negociante, un verdadero pillo de la política que nada sabe de política exterior, no le conozco una sola expresión inteligente y no se le entiende cuando habla. Pero la cancillería es una pieza codiciada por todas las razones antes apuntadas: empleos, glamour y mucho dinero. Y la política exterior no es un tema para Danilo Medina, una suerte de Balaguer que ni siquiera tiene las apetencias por las lentejuelas que tenía su antecesor Leonel Fernández.
Que esté al frente del negocio un técnico inteligente como Andrés Navarro o un bribón como Vargas Maldonado, no es un asunto relevante. Lo que es relevante es negociar apoyos para su proyecto de poder.
Y por eso, ha subastado la cancillería.
Haroldo Dilla Alonso
Solo una idea
7dias
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