"La Angustia".
Las condiciones deplorables en que operan los autobuses de la OMSA, el servicio de transporte del Estado, es otro ejemplo palpable de la capacidad del gobierno para acabar con los servicios públicos, como si no fueran suficientes la electricidad, el agua potable, la recogida de basura y el mantenimiento de las áreas verdes y de esparcimientos, para citar sólo algunos de ellos.
Y lo mismo sucederá inevitablemente con el metro, aunque sea la niña mimada de la administración. Las empresas y servicios públicos en el país han sido fuentes permanentes de corrupción. Mientras las empresas distribuidoras de energía sigan en manos del Estado no habrá servicio eficiente ni a un costo razonable. Y no se trata de un juicio de valor sin fundamento, porque bastaría revisar los periódicos de los últimos cuarenta o cincuenta años para comprobar que en materia de servicio energía eléctrica estamos pasmados en el pasado, con falsas promesas de solución para un año en que curiosamente siempre hay elecciones.
Los dominicanos hemos pagado con inflación, escasez y mala calidad la existencia de empresas públicas quebradas una y otra vez hasta la saciedad, sin que notemos mejoría alguna en los bienes o servicios que ofrecen a la sociedad.
Antes de la privatización de Molinos Dominicanos todos los años confrontábamos escasez y aumento de precios del pan y no había teleras en Navidad. Privatizada esa empresa ya salimos del problema.
Hay que seguir ese ejemplo con la electricidad, despolitizarla y dejar ese negocio al sector privado, que ha demostrado su eficiencia en el área de la generación. Se alega que a los empresarios sólo les interesa hacer dinero y eso no ofende a nadie porque para lograrlo hay que ser eficiente y ofrecer un buen servicio.
No digo que privaticemos el gobierno porque los negocios de muchos funcionarios con el Estado de hecho casi lo han logrado.
La Columna de Miguel Guerrero
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