Anécdota sin desperdicio
Al pasar por una pocilga (establo), me llamó la atención una cerda cimarrona que amamantaba unos lechones.
Para salir de la curiosidad, le pregunté al hijo del alemán, que conversaba conmigo, de qué raza eran esos cerdos.
- Son de raza "latinoamericana"...
...Pero espere que le llamo a mi padre, a él le encanta contar la historia del nombre.
Por la puerta de la cocina emergió el alemán, un gigante de cabellos blancos que se desplazaba dificultosamente asistido por un bastón de tres patas y me invitó a sentarme en la mesa de la galería, donde estaba un enorme envase de Mamajuana.
- ¿Usted sabe cómo se capturan los cerdos salvajes del monte?
- Bueno, creo que los perros "los acosan" y luego una escopeta los sacrifica.
- Le contesté prudentemente, presintiendo que la realidad venía por otro lado y que el señor sabía más que yo...
- En este caso no es así.
- Me dijo el teutón y prosiguió:
- Y cuando le diga cómo los cazo yo, usted va a poder entender por qué se les llama de raza "latinoamericana".
Y si es un hombre inteligente, podrá sacar algunas conclusiones acerca de por qué a Latino América le va, como le va.
Al final de la finca, detrás de aquellos árboles que usted ve allá, y hasta la orilla del río, hay un monte lleno de malezas. Dentro de ese cuadro, suele haber cerdos cimarrones.
Para atraparlos hay que comenzar por buscar un área despejada, suficientemente grande para contenerlos y que sea zona de paso habitual de éstos. Después, y durante algunas semanas, se tira maíz o cualquier otro alimento que les guste, y se espera pacientemente.
Al principio el instinto salvaje de los animales les hará desconfiar, y solo lograremos que unos pocos ejemplares, los más atrevidos, vengan a comerlas, para luego huir a toda prisa. Al cabo del tiempo, la tentación de alimento fácil hará que más y más miembros de la manada se acerquen a comer, hasta que el lugar se convierta para ellos en una zona habitual de alimentación.
Cuando se acostumbran a venir diariamente, se construye una cerca a un costado del sitio en donde ellos coman. Ese elemento extraño en el paisaje hará que los cerdos desconfíen y se retrotraigan, pero al cabo de unos días y, ante la falta de peligro evidente, volverán a pastar tranquilamente, y es que la comida fácil y gratis es un reclamo al que pocos pueden resistirse.
Después de otras pocas semanas, se construye otra pared de la cerca, enfrente de la anterior. En este caso los cerdos, ya acostumbrados a la presencia de la pared de madera, no se muestran tan remisos, y siguen viniendo cada día a comer su generosa ración.
Poco a poco se procede a instalar las cuatro paredes, construyendo el cercado completo, excepto la puerta. A estas alturas los cerdos están tan acostumbrados a la comida fácil que ya no se molestan en salir del recinto, esperando pacientemente a que se les dé de comer.
Un día va y coloca el portón, lo deja abierto y sigue colocando maíz, hasta que encuentra los cerdos comiendo, ¡entonces le cierra la puerta!
Al principio empiezan a correr en círculos como locos, pero ya están sometidos.
Muy pronto se tranquilizarán y vuelven al alimento fácil, que se olvidan de buscar por sí mismo, y aceptan su esclavitud.
Ustedes los latinoamericanos no se dan cuenta que estos gobiernos populares y demagogos que tienen, proceden de la misma manera que yo con los cerdos...
Les tiran maíz gratis disfrazado de programas de ayuda, planes sociales, empleos públicos, cargos políticos, sueldos sin trabajar (botellas), subsidios para cualquier cosa, leyes proteccionistas, sobornos electorales, promesas que saben que no pueden cumplir, son permisivos con el narcotráfico, la corrupción, la delincuencia y otros males...
Todo a costa del sacrificio de las libertades que le van confiscando migajas a migajas.
Y los latinoamericanos no se dan cuenta que no existe la comida gratis, que no es posible que nadie preste un servicio más barato de su costo.
¿Acaso no ven que todas esas maravillosas ayudas que reparten generosamente, luego de sacar la tajada de ellos, provienen de empréstitos internacionales que los van a pagar ustedes mismos y con altos intereses?
¿Acaso no notan que toda esa maravillosa ayuda que reparte el gobierno, lo hace con los poderes que el pueblo permite que se dilapide, para depredar libertades y los bienes de la gente que trabaja y produce?
¡Sigan así - No más, - Y que Dios los ayude cuando les cierren el portón!
- El alemán se apuró su copita de un solo trago y se marchó cojeando por la puerta de la cocina.
Y yo, mareado por el alcohol, y anonadado por las cosas que acababa de escuchar, me despedí de su hijo y volví a la casa donde me hospedaba.
* Esta historia circula en Internet en diferentes versiones. La original proviene de España o Argentina; súmele a lo leído sobre estas actuaciones de las cleptocracias que nos desgobiernan, los siguientes hechos:
1 - Los bajos salarios controlados por una conspiración de los gobiernos + empresarios.
2 - La negación de empleo después de los 35 años.
3 - Los burós de créditos, arma letal para aniquilar reputaciones económicas.
4 - La confabulación gobiernos - banca - consulados, para retener presos en sus países a los menos pudientes.
5 - Las policías represivas para la eliminación física de todos aquellos que atenten contra el status - quo.
6 - El robo del dinero de los ciudadanos por parte de los gobiernos mediante los impuestos abusivos en el IVA, energía eléctrica, combustibles, servicios de TV- cable, internet y telefonía.
7 - La justicia y las cortes supremas al servicio del poder político y las oligarquías.
¡Despierta Latino América!, antes de que te cierren el portón.
John Goodman / Desde La República Dominicana
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