Este sistema lleva en sí sus propias contradicciones que lo llevarán a su liquidación, pese a emplear ante sus crisis periódicas el desarrollo tecnológico y científico para su “renovación”.
En su codicia, los capitalistas y sus representantes en el Estado ven como natural oponer a la competencia la del monopolio y a la libre empresa la de la corporación.
A la división de la tierra la del gran latifundio, pues competencia, libertad de empresa y división de la tierra son aún comprendidas sólo como “consecuencias casuales”.
Sin embargo, es una realidad que la fuerza del monopolio, la corporación y el latifundio, son sus resultados necesarios, inevitables, naturales y condiciones de su autodestrucción.
Lo que ocurre en nuestro país, como en otros con idénticas estructuras socioeconómicas, nos está llevando a una crisis sin precedentes, que terminará en convulsiones sociales y cambios profundos.
Los administradores de las crisis, y sus relevos cada cuatro años, están llevando a la nación a un callejón sin salida, y a respuestas populares enérgicas, muy enérgicas.
Es tan profunda la crisis, que la preparación técnica, profesional y el trabajo, ya no son la vía expedita para superar las condiciones de miseria de las mayorías.
Los que detentan el poder de forma ilegítima han obligado a cientos de miles de clientes políticos a vivir de la corruptela del Estado, a cambio de su alienación e incondicionalidad política.
Hasta que no pase aquí, lo que ha ocurrido durante estas dos últimas semanas en Egipto.
Anulfo Mateo Pérez
Catalejo
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1 comentario:
Buena informacion👍
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