Las protestas por la reforma impositiva ya ocurrieron, se dieron con toda amplitud en cientos de artículos y comentarios escritos y hablados usando todos los vocabularios habidos y por haber.
Todos quedaron tendidos en el controlado campo de batalla de la opinión pública. Están, amontonados, listos para ser tirados en la fosa común, artículos y comentarios escritos con rigor científico, algunos de carácter suplicante, otros condenatorios. Lo más redactados con vocabulario técnico y apropiado, y unos pocos compuestos con palabras soeces, como se les llama a las que usa el pueblo llano. Uno por uno fueron acribillados por la experta y certera indiferencia de este gobierno que se apresta a celebrar en grande su novena navidad consecutiva en el Palacio Nacional.
Lo que se da es lo que se siembra. Todo lo que hace Danilo Medina es aplicar el método de su padrino presidencial Leonel Fernández, con menor petulancia y arrogancia en el lenguaje que éste, pero con la misma indolencia.
Es que Danilo sabe que Leonel no hubiese apabullado al pueblo dominicano -ni siquiera a él en 2007-como lo ha hecho si se hubiera puesto a escuchar, por ejemplo, al Fondo Monetario Internacional cuando pretendía regular el gasto en tiempos en que éste tenía la urgencia de comprar elecciones. Una y otra vez mandó Leonel al carajo al FMI, mientras cavaba su hoyo fiscal, que ahora hay que tapar o… tapar a como de lugar con las lágrimas, el sudor y la sangre de los flagelados ciudadanos.
Así que Danilo, a la primera de cambios, ni pensó para mandar al carajo a la CES con sus impertinentes sugerencias de reducir los gastos de una corporación gobernante con sed de más dinero. De momento, Danilo no tiene la urgencia de unas elecciones por comprar, pero aseguró que no se cruzará de brazos en el gobierno. Está enfocado en hacer particularmente lo suyo, quiere asegurar su futuro y para ello tiene que meter sus manos en lo más profundo de los bolsillos del pueblo y terminar de voltearlos.
Por ello, con ternura clamó “pónganse las manos en el corazón”, para proceder él y su gente a recoger tranquilos los pesos para que el lujoso Mercedes Benz que empezó a conducir en la pasada campaña siga desplazándose sin problema alguno. Digo que habló con ternura, porque pudo haber ordenado: ¡Agárrense el corazón: esto es un atraco!, pero él sabe que no es necesario, pues el pueblo está acostumbrado a pagar y no hay que humillarlo más para que continúe haciéndolo.
Efectivamente, ya las manos están en el corazón y sólo falta que los congresistas terminen lo antes posible de hacer lo que Leonel les indicó en la reunión que sostuvo con ellos la pasada semana, donde se hicieron las aclaraciones de rigor con relación a la distribución de los porcentajes de los beneficios que rendirá la próxima cosecha impositiva.
La corporación del PLD está más que acostumbrada a lo exorbitante. De manera que los más de 60 mil millones que se van a buscar con la ampliación de los impuestos los pendejos que miran desde la acera de enfrente al gobierno pueden verlos como una cantidad pavorosa, pero para los peledeistas eso no es más que un chin. Y lo grave del caso es que tienen razones de sobra para verla de esa manera. Es que si sumamos los presupuestos aprobados de los últimos ocho años, sin sumarles las adendas que a varios de ellos se hicieron, tenemos que Leonel hizo gárgaras con más de 2.5 billones, dos millones y medio de millones de pesos. Hasta me enredo escribiéndolo.
Bueno, me marea pensar que si Leonel hubiera repartido equitativamente los $2,532,612 millones de pesos que suman sus presupuestos originales de 2005 a 2012, a cada uno, lea de nuevo, a cada uno de los 9 millones de dominicanos que viven en el país le hubiesen tocado 281,401.33 pesos. Si a Usted no le dieron esa suma, alguien disfrutó de la misma.
Por eso es que Danilo hablaba de repartir esas riquezas en la campaña, pero ahora cambió el chucho y lo que quiere es recoger lo suyo. Por hoy, me voy. Que Dios le llene de bendiciones, y se apiade de la República Dominicana.
Rafael Calderón
Entre Usted y yo
Periodista dominicano residente en Nueva York
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