El cantaor, nada más llegar a República Dominicana, atendió a los medios en el residencial Playa Nueva Romana. EFE
"Aquí estamos de lujo"
«El presidente concede al año cinco nacionalidades a personas relevantes. A nosotros nos la ofreció y estuvimos encantados de aceptarla».
"La llegada de El Cigala al país había sido seguida por toda la prensa caribeña, y el ministro de Cultura no tardó en abrirle las puertas de su despacho".
"En agosto, nada más pisar suelo caribeño, el diputado Víctor Gómez Casanova y su esposa Clara montaron una cena en su honor en un restaurante de Santo Domingo".
«Se les exonera de todos los impuestos nacionales y municipales por 10 años, incluyendo la trasferencia de propiedad al primer adquiriente de un inmueble».
«Aquí estamos muy bien, estamos encantados. Es un lugar en el que puedes vivir, no sólo trabajar. Hay más espacio para la vida. En Madrid todo el mundo tiene mucha prisa, pero para nosotros eso no iba bien. Estamos de lujo». Amparo Fernández, esposa y mánager de Diego El Cigala, suena exultante al otro lado del teléfono. Salpica la charla con un «tienes que venir, tienes que venir», y su perfil de WhatsApp luce una playa eterna de catálogo vacacional.
No ha sido difícil localizarles en su retiro de República Dominicana. Ella habla por los dos, ejerciendo de portavoz de una familia que, como otras, ha visto cómo la situación económica en España les empujaba a iniciar una nueva vida fuera de nuestras fronteras. «Llevábamos mucho pensándolo. Durante años veníamos de vacaciones con nuestros hijos, y conocíamos la zona. Nuestro campo de trabajo cada vez se desarrollaba más en este continente y menos en Europa, y desde España era muy complicado. Teníamos que hacer giras por América de tres meses, dejar a los niños en Madrid... Con la crisis en España la cosa se desequilibró más aún y finalmente en verano tomamos la decisión de mudarnos aquí».
La noticia de que Diego El Cigala había obtenido la nacionalidad dominicana mediante el decreto presidencial 159-13, del 6 de junio de 2013, sorprendió por la premura. La familia entonces aún no residía en el país. «El presidente concede al año cinco nacionalidades a personas relevantes. A nosotros nos la ofreció y estuvimos encantados de aceptarla», explica Amparo.
La jura de bandera
La ceremonia, en la que el cantaor y otros 46 extranjeros juraron la bandera tricolor, tuvo lugar en el salón de actos del Ministerio de Interior y Policía, hace unos días. La foto del intérprete de 'Lágrimas negras' besando las insignias dominicanas dio la vuelta al mundo y escoció a algunos que le han acusado de marcharse para no pagar impuestos en España. También sus declaraciones dolieron: «Siento una sensación emocionante que raya en el nerviosismo por el hecho de ser ciudadano dominicano y paisano de una gente tan especial como la de este país».
El Cigala, que mantiene también la nacionalidad española, tiene razones para sentirse querido en el país caribeño, donde le han prohijado de manera especial. En agosto, nada más pisar suelo caribeño, el diputado Víctor Gómez Casanova y su esposa Clara montaron una cena en su honor en un restaurante de Santo Domingo. Políticos y periodistas querían conocer de primera mano al artista y a Amparo. La llegada de El Cigala al país había sido seguida por toda la prensa caribeña, y el ministro de Cultura no tardó en abrirle las puertas de su despacho. Un mes y medio después de la mudanza, el cantaor, un gitano del Rastro, se vestía la toga universitaria para recibir el doctorado honoris causa de la Facultad de Las Artes de la Universidad Autónoma de Santo Domingo. «Eso es lo que yo llamo dar cariño», conceden fuentes cercanas.
Diego y Amparo se han trasladado al Caribe con dos de sus cinco hijos. «Son los más pequeños, los que había que escolarizar aquí. Los demás vendrán en una segunda fase». Los niños han cambiado la escuela a la que iban, en la localidad madrileña de Villaviciosa de Odón, por un colegio de sistema americano en el que conviven con niños de 24 nacionalidades. «Es una experiencia muy enriquecedora para ellos. La educación es diferente que en España, la mayor parte de las materias las imparten en inglés, estamos encantados», explica la madre.
El reciente fallecimiento de Paco de Lucía, otro vecino del Caribe, provocaba que Diego evocara en las redes sociales su infancia en las calles de Madrid. «[Paco] venía a mi casa con mi padre y con Camarón, cuando yo era niño. Entraban por ese patio donde yo me crié...». Eran los tiempos de Ribera de Curtidores número 8, los tiempos de Dieguito, «el Príncipe del Rastro», que se movía como un águila entre las serpenteantes calles del viejo Madrid. Sus hijos, sin embargo, se criarán «al aire libre, en la vida sana y en la playa». Ya lo intentaron una vez, cuando se mudaron a un chalé en Valdemaqueda, en la sierra noroeste de Madrid. Un adosado con jardín incrustado en el monte, en medio de una reserva de aves rapaces y miles de pinos. «El pueblito estaba muy bien, pero no teníamos buenas escuelas cerca, así que volvimos a Madrid, a Villaviciosa». Y de ahí al Caribe.
La familia se instaló inicialmente en el residencial Playa Nueva Romana, una exclusiva zona de la República Dominicana donde tiene sus intereses turísticos la empresa española Grupo Piñero, con los que mantuvo una relación de patrocinio. El artista presentó allí su disco y anunció que viviría en una de las villas del complejo.
Vecinos de Julio Iglesias
Sin embargo, los Jiménez (Diego Ramón Jiménez Salazar es el nombre real de El Cigala) no encontraron en ese 'resort' su hogar definitivo. Tampoco en Tortuga Bay, donde se publicó que les habían asaltado hace unos meses. La familia se ha instalado en una de las lujosas villas de la comunidad de Arrecife, en la parte Este del país, donde tienen de vecinos a Julio Iglesias o al bailarín Mikhail Baryshnikoy. Con cuatro dormitorios y seis baños, la publicidad de la casa no puede ser más evocadora: «Ubicada en el exuberante entorno tropical de la Costa Este de la República Dominicana, esta villa de lujo es el lugar perfecto para relajarse, disfrutar de la elegancia simple de la naturaleza y apreciar la belleza de la tranquilidad». La casa tiene piscina propia, vistas a un campo de golf y a la playa. Los residentes tienen acceso a todos los servicios ofrecidos por el Punta Cana Resort & Club, «15.000 hectáreas pensadas para disfrutar, con spa, siete restaurantes, un pueblo comercial...».
De momento, están de alquiler. «No sabíamos realmente cómo nos íbamos a adaptar. Nunca es fácil abandonar las raíces de uno y más de una familia entera», reconoce Amparo. No es lo único que echa de menos. «Aunque estamos fenomenal, nos faltan los amigos y a veces también la gastronomía, la cultura esa nuestra de salir de tapas por los bares, que aquí no existe». A cambio han ganado en el trato humano y en el clima. «La vida aquí es mucho más amable, no es la cosa de que no te saludas ni con el vecino. Cuando te encuentras con alguien siempre dedica un tiempito para saber cómo estás».
Amparo, que es también la mánager de El Cigala, reconoce que es en Latinoamérica «donde está el negocio». De hecho, el cantaor madrileño está preparando ya un disco para el año que viene en el que funde su voz con los ritmos caribeños en un claro guiño a sus nuevos compatriotas. «Estamos instalando aquí la oficina, organizando una infraestructura para poder desarrollar más proyectos», apunta ella. Amparo es la segunda mujer de Diego. Con la primera, gitana como él, la cosa no funcionó. Entre los dos suman cinco hijos. El mayor, veinteañero, ya les ha dado nietos. Si van bien las cosas, probablemente terminen todos en República Dominicana. «En España el futuro está muy negro».
Un titular de esta semana parece darle la razón: «Baja un 30% la facturación en conciertos el primer año de subida del IVA. Muchos artistas internacionales han eliminado a España de sus 'tours' mundiales». El Cigala venía meses reivindicando su situación y la de otros compañeros: «Yo amo a España y me gusta mucho, pero llega un momento en que la situación te asfixia y si trabajas, trabajas para Hacienda», llegó a decir. Por eso su marcha a República Dominicana ha provocado algunas críticas, que le acusan de mudarse por los beneficios fiscales con los que gratifican en el país caribeño a los extranjeros que fomentan el turismo. Al parecer, «se les exonera de todos los impuestos nacionales y municipales por 10 años, incluyendo la trasferencia de propiedad al primer adquiriente de un inmueble». Amparo zanja ese debate rápidamente: «Nos hemos ido porque uno tiene que ir donde está el trabajo, como todas las familias que luchan por sacar a los hijos adelante».
En el país latinoamericano tienen, de hecho, mucho trabajo por delante, sobre todo por el desconocimiento existente en el país caribeño de todo lo relacionado con el flamenco. A El Cigala le quedó claro en una de sus primeras entrevistas en una radio dominicana, cuando le preguntaron qué más referentes había en el flamenco español «aparte de Rosario».
También sucede a la inversa
RICKY MARTIN es español, por si no lo sabían. Mientras mantuvo su noviazgo con el empresario Carlos García, se especulaba que su intención de hacerse español estaba relacionada con una futura boda. Como en su país natal, Puerto Rico, el matrimonio entre homosexuales no es legal, se decía que en cuanto fuera español intentaría contraer matrimonio en Madrid. Al final, la ansiada boda -al menos por los medios- no llegó, pero sí la nacionalidad. El Consejo de Ministros concedió el 4 de noviembre de 2011 la nacionalidad española al cantante y al actor Benicio del Toro (también nativo de Puerto Rico). «Nos felicitamos pues son reconocidos en distintas facetas artísticas y quieren compartir la nacionalidad con nosotros», señaló el entonces portavoz del Gobierno, José Blanco. Del Toro y Martin adquirieron la nacionalidad española «por carta de naturaleza», es decir, se les otorgó discrecionalmente mediante un real decreto, dado que en ellos concurrían circunstancias excepcionales. Posteriormente, ambos tuvieron que jurar (o prometer) fidelidad al Rey y obediencia a la Constitución y a las Leyes, renunciando a su anterior nacionalidad (salvo los naturales de países iberoamericanos, Andorra, Filipinas, Guinea Ecuatorial o Portugal). Diego El Cigala tampoco es el único artista español nacionalizado dominicano. El cantante Julio Iglesias regularizó su situación en el país caribeño en 2003, cuando ya llevaba más de cinco años residiendo en el país.
Cote Villar
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