Juan Pablo Duarte y Díez.
El amor a la patria lo llevamos todos dentro
Estamos en el año 2014, donde se ha formado un Estado Islámico que gobierna ocho millones de personas y que hasta ahora sus mayores logros son decapitar extranjeros inocentes de cualquier hecho punible, a los cuales filman en vídeo, los presentan en pantalla gigante en plazas públicas de su reino y los cuelgan en la Internet.
Para que algunos despistados despierten de su letargo es bueno recordarles que en tan solo tres días la compañía Apple vendió más de 10 millones de unidades de los teléfonos inteligentes iPhone 6 y iPhone 6 Plus, esto ocurrió entre los días del 19 al 21 de septiembre, apenas una semana atrás, estamos hablando de los móviles más caros del planeta.
El amor a la patria lo llevamos todos dentro, nuestras raíces, cultura y preferencias, eso nadie nos lo puede quitar, como tampoco imponer.
Las imposiciones de los poderosos criollos nos están afectando duramente como pueblo ante los ojos del mundo. La penalización del aborto, la sentencia del Tribunal Constitucional, la privatización de las playas dominicanas entregadas a los hoteleros extranjeros, la intención de desterrar del país a la ACNUR, la modificación al Código Laboral, la penalización del delito de difamación que cursa en una ley que está en proceso, una supuesta ley de música que están tratando de pasar y la siembra de racismo en la conciencia nacional, todo esto no es más que autoritarismo y represión, rémoras de los siglos XIX y XX.
La no declaración de loma Miranda parque nacional basados en argumentos legales es puro entreguismo al capital extranjero, existe toda la intención de los grupos dominantes de que ese montículo sea explotado comercialmente.
Un país presidido por un personaje que ha cubierto de impunidad a los desfalcadores más depravados que han existido en toda su historia no puede llegar lejos. Jugando a dejar atrás cada oprobioso acontecimiento que ocurre en detrimento de la sociedad, haciéndose el que no está enterado de nada de lo que pasa a su alrededor, en su propio entorno, jugando al silencio y apostando a que las cosas se olviden se le está acabando su cuatrenio, apenas le quedan 22 meses para dejarnos con una deuda externa que acrecienta con mayor celeridad que su antecesor, con cientos de nuevos megamillonarios y un sabor acre en la boca, de sabernos tomados de pendejos nuevamente; a nueve millones y tantos de dominicanos.
Una nación con un empresariado que quiere mantenerse a base de subsidios, de ventajas y evasión de impuestos. Pagando salarios de miseria y tratando de eliminar las conquistas laborales que tanto sudor, lágrimas y sangre han costado lograr.
Un pueblo con religiosos político-partidistas, racistas, vive-bien y rencorosos. Lo nunca visto en la jefatura de una iglesia de cualquier religión en cualquier parte del mundo. Prepotencia, altanería, autoritarismo y desvergüenza presidiendo una institución de fe espiritual.
Una patria con funcionarios corruptos, con licencia para robar, depredar los recursos naturales y con garantías absolutas de que sus casos serán cerrados o archivados definitivamente en los tribunales de justicia. No existe en esta latitud de la tierra un solo caso de robo, desfalco, asesinato, tráfico de drogas, riñas, accidentes, atraco, secuestro o de cualquier índole en donde no esté involucrado un hombre de uniforme, sea activo, que lo cancelen de inmediato o que esté retirado. No hay provincia ni juzgado en todo el territorio nacional en donde jueces irresponsables no dicten sentencias que van justamente en vía contraria a lo que se llama justicia y todos se mantienen en sus puestos como si nada hubiese pasado.
Esta es nuestra realidad como dominicanos, así nos ven también los extranjeros, el que se quiera engañar a sí mismo que lo haga, esta es la patria de Juan Pablo Duarte y Díez en el siglo XXI.
Jeannelle Koss / Desde La República Dominicana