La historia de República Dominicana está llena de episodios que evidencian la gran valentía de hombres, sobretodo, y mujeres que han dedicado parte de su vida para lograr tener un mejor país, donde imperen el respeto a las leyes y la dignidad humana.
Sin embargo, es muy escueta la reseña histórica que se hace de la participación de las dominicanas en los procesos de transformación social sufridos por el país, con lo que “se refuerza la práctica de ver la sociedad a través de los ojos de los hombres”, donde ellos son los protagonistas de capítulos que en muchos casos han sido escritos por mujeres.
De acuerdo a un trabajo publicado por elArchivo General de la Nación (AGN), en 2010, titulado “Historia e ideología: mujeres dominicanas, 1880-1950″ de la autoría de Carmen Durán, la historia cuenta con la importante participación de las mujeres como sujetos sociales históricos en los procesos de lucha, definición y afianzamiento de la nación dominicana”, afirma Durán.
Agrega que en las diferentes etapas del discurrir histórico, las dominicanas han sabido interponer sus intereses en aras del interés patrio; les ha tocado enfrentar los obstáculos propios de una sociedad marcada por el patriarcalismo y el autoritarismo para irrumpir del ámbito privado al público.
No obstante, explica que la participación de la mujer como sujeto social en las distintas etapas de nuestra historia ha sido invisibilizada por la historiografía oficial e incluso por la historiografía progresista.
“Correspondió al movimiento feminista desde sus diversas interpretaciones y corrientes impulsar trabajos de rescate de la participación de la mujer en los diferentes ámbitos del quehacer social”, dice.
Y es precisamente el movimiento feminista dominicana que desde sus inicios trató de lograr una mayor inserción de la mujer en la toma de decisiones, así como sumergirla en las más diversas áreas del saber, con lo que las féminas dejaron de estar relegadas a los quehaceres del hogar, y poco a poco, se fueron pasando del ámbito privado al ámbito público.
Así, la sociedad dominicana comenzó a poner atención al trabajo realizado por mujeres, quienes han hecho sus aportes en áreas tan sensibles como la literatura, sin dejar de involucrarse en áreas del conocimiento que desde siempre han sido vista como destinadas a ser ejecutadas por hombres. Con lo que han “rotó esquemas” y han demostrado que a pesar de los obstáculos y estereotipos de su época, su visión del sentido de igualdad de género y reivindicación social, va más allá del tiempo que les tocó vivir.
Para muestra un botón. Hasta mediados del siglo XX, en República Dominicana la mujer estaba relegada a las labores del hogar y el cuidado de los hijos. Sin embargo, muchas dominicanas se decidieron a salir de sus hogares, formarse profesionalmente y comenzar a formar parte de la vida laboral.
Según Durán, ya citada, Dentro de los oficios desempeñados tradicionalmente por las mujeres dominicanas, el de partera o comadrona es uno de los socialmente más preeminentes, y se podría agregar que hasta mediados del siglo pasado, más común. Se podría decir que fuera del hogar, ser comadrona o partera era uno de los pocos, por no decir el único, oficio que las mujeres desempeñaban fuera del hogar y su familia.
Pero esa realidad fue cambiada por una fémina de gran valor: Evangelina Rodríguez, quien además de pasar a la historia reciente como la primera mujer dominicana en graduarse como doctora en medicina, tuvo una amplia participación en favor de la reivindicación del rol de la mujer en República Dominicana.
Rodríguez hizo grandes aportes al país como escritora y feminista, además de ser la primera médico dominicana. También se puede reseñar sobre ella, haber sido víctima de la violencia y autoritarismo en la dictadura de Rafael Leónidas Trujillo Molina.
Otra gran dominicana. Salomé Ureña es otra dominicana que rompió los paradigmas sociales de su tiempo y se permitió colaborar para que mujeres como Evangelina pudieran acceder a la educación formal y capacitarse académicamente.
Ureña, poetisa, maestra y gran visionaria, no solo dedicó gran parte de su vida a educar, sino que siempre actuó en favor de las mujeres, quienes en el siglo XIX, época en que vivió Salomé, aún no tenían acceso a la educación formal, sino doméstica.
Se podría decir que si en la actualidad las mujeres tienen el mismo derecho a la educación que los hombres, es en gran medida, gracias a la labor realizada por Salomé, fundadora del Instituto de Señoritas, primera institución educativa del país que se dedicaba exclusivamente a la enseñanza superior femenina.
Es así, como la labor realizada por Salomé, quien además se destacarse como educadora también lo hizo como escritora, permite contextualizar cómo la mujer dominicana tuvo que “abrirse camino” para ir conquistando espacios sociales e igualdad ante los hombres, a base de preparación académica.
Una voz que aún resuena. “La educación de la mujer es uno de los problemas más serios y que con mayor emergencia reclama atención del público ilustrado”, según la cita hecha por el autor Tomás Báez Díaz del texto Trilogía: la mujer aborigen, la mujer en la colonia y la mujer dominicana, del autor Ramón Lugo Lovatón, con esa frase se puede resumir el pensamiento de la educadora Socorro del Rosario Sánchez, quien ejerció el magisterio por más de cuarenta años y nunca calló su voz para expresar sus inquietudes feministas y postular por el derecho a la educación de las mujeres dominicanas.
De acuerdo a Durán, a Socorro le tocó vivir, debatir, compartir y sufrir los rigores del absolutismo político, además de que sufrió persecución, cárcel y exilio.
Sin embargo, explica que tuvo tiempo para desarrollar una valiente labor periodística a través de la que externaba sus juicios y críticas al régimen existente.
“Con el seudónimo de Rosa Cruz colaboraba en diversos periódicos de su época. Ella constituye un referente importante para el estudio del pensamiento social femenino en la República”, afirma.
Puso la mujer frente a las urnas. Además de estas tres mujeres que hicieron historia, hablar de la participación de la mujer en la toma de decisiones y los cambios sociales de la nación, sería un capítulo inconcluso si se deja de mencionar a Abigaíl Mejía, para muchos símbolo del feminismo en el país.
Mejía es pionera del feminismo en República Dominicana, fundadora, junto a otras dominicanas, del Club Nosotras y la Acción Feminista Dominicana, entidad donde ocupó el cargo de presidenta.
“Fue una de las voces más combativas a favor del voto de la mujer en la República Dominicana. Su ensayo Ideario feminista puede considerarse pionero en la literatura dominicana”, manifiesta Durán en su escrito, donde trata de reivindicar el papel jugado por la mujer a través de la historia.
Además, Mejía participó en el primer ensayo simbólico para concretar el derecho al voto de la mujer en el país, realizado en 1934, acontecimiento que ido su fruto y para 1942, ya el voto de la mujer en República Dominicana se constituía en un hecho. Según cifras recogidas por varios historiadores y avaladas por el AGN, unas 96 mil mujeres ejercieron la prerrogativa de elegir sus autoridades.
Pero el capítulo de la lucha por el derecho al voto de las mujeres comenzó a escribirse mucho antes. Ya en 1910, la educadora Ercilia Pepín
Según se explica en el documental audiovisual “Mujeres a través de la historia”, realizado por el Archivo, Pepín tuvo una participación activa en las manifestaciones escenificadas en contra de la Intervención Militar Norteamericana de 1916.
Afirma que la educadora organizó varias veladas patrióticas en Santiago de los Caballeros, en rechazo a la ocupación.
Además, sostiene que Pepín aprovechó muchas de sus intervenciones públicas para referirse al derecho al voto de la mujer, lo que evidencia su posición frente a la estructura patriarcal imperante en la sociedad dominicana de la época.
Como Ercilia también hubo muchas otras mujeres que dedicaron gran parte de su tiempo para avanzar en la igualdad de género necesaria en la sociedad dominicana, y que a casi un siglo del inicio de su legado, todavía tiene pendiente recorrer parte del trayecto para llegar a vivir en una sociedad donde ser mujer deje de ser una condición que propicie ser objeto de discriminación.
La entrega, sacrificio y arrojo de estas mujeres lograron ser el simiento para que décadas después, aunque con el mismo impetu de lucha, la igualdad no sea solo el sueño de algunas, sino que sea la realidad que día a día se construye en la historia de la República Dominicana, la cual se espera tenga un final feliz, donde mujeres y hombres tengan las mismas oportunidades y garantía de derechos.
No en vano, mujeres como Salomé, Socorro, Abigaíl, Ercilia y muchas otros nombres que la historia no registra, dedicaron años de sus vidas, en favor de la igualdad. Ejemplo que actualmente emulan otras destacadas dominicanas que también han hecho grandes cosas por el país y que seguirán construyendo capítulos enteros de una historia que en algún momento se debe contar de un modo distinto.
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