El gobierno se está desplomando desde que el pararrayos que creó, Leonel Fernández, dejó de serlo. Agobiado por acuciantes problemas sin resolver, sus personeros lucen carentes de respuestas convincentes. Enmadejándose en retóricas inentendibles, divorciadas de nuestra realidad, sus voceros distancian la ciudadanía. Sus actuaciones para enmendar errores lo hunden. Los Acuerdos y Pactos políticos terminarán desvaneciéndose. Se vislumbra comienzo del fin de la popularidad presidencial que habrá de reflejarse en resultados electorales del 15 de agosto de 2016
Los precios de los productos de consumo masivo han reeditado la versión de supermercados convertidos en “casas de terror”. El Ministro de Educación tuvo que admitir el pasado 8 de octubre de 2015 el deterioro de la lectoescritura y matemáticas dominicanas, sinónimo de involución en lugar de revolución educativa.
Establecimientos sin condiciones sirven alimentación escolar intoxicante. El dengue y otras enfermedades causan estragos mientras las respuestas oficiales se limitan a filosofar sobre vocación sacerdotal de médicos y hacer relaciones públicas con dignatarios y funcionarios, enojosos algunos. El caótico tránsito ocasionado por semáforos asincronizados se agrava por torpezas de agentes de orden que no internalizan su deber como hacerlos respetar en lugar de competir con ellos; y con taponamientos provocados por mediatismo oficial: autobuses adquiridos ostentosamente exhibidos. Imprevisiones nos convierte en importadores de productos tradicionales. El descuido ambiental reflejado en acumulación y mala disposición de basuras, coronado con el sargazo, ahuyenta turismo. Las injusticias salariales, resquebraja disciplina policial manifestada en redes sociales.
Siguen detonando casos por mafia en OISOE colocando al gobierno en la dicotomía de sacrificar sus alter-egos o precipitar su desplome al encubrirlos. El otrora preciso titular del MOP, intentando justificar procederes oficiales ante lo de OISOE, recordó piruetas verbales cantinflescas.
Hoy voceros evaden y rehúyen medios que ayer procuraban ansiosamente. Ávido de resultados, autoridades promueven acciones sin sentido, reversibles en su contra; como el octavo encuentro de presidentes dominicano y haitiano desde 2012, sin resolver el tema neurálgico: la veda.
Nos hemos convertido en exportadores de corrupción a través de representaciones diplomáticas; exponiendo la interrupción de programas sociales financiados internacionalmente.
Se acrecientan las protestas que el gobierno pretende contener con cercos militares que se instalan y actúan desproporcionadamente.
Lo anterior y la inseguridad ciudadana abonan propensión a la ingobernabilidad. Las respuestas para encararla, acuerdos y pactos PLD-PRD-PRSC, se tambalea por insaciables e incompatibles apetencias.
Todo ello convierte en remota la sostenibilidad de la popularidad presidencial, desplomándose, al igual que su par brasileña, desde que formalizara su repostulación.
La derrota reeleccionista se otea en el horizonte: Solo depende que la oposición introduzca afinamientos sobre su capacidad para gobernar, y bien, ante la caja de pandora a destapar el 15 de mayo de 2016.
Guillermo Caram
Hoy