Danilo se desespera, ¡ojo al Cristo!
El ataque directo del presidente-candidato a su rival de oposición, Luis Abinader, es una preocupante muestra de desesperación, hija del aborto de la popularidad con que contó hasta que decepcionó al pueblo, al convertirse en un traicionero de su propio discurso sobre la reelección, y al evidenciarse que en su “cercanía” con la gente sólo busca ventajismo electoral, y disfrazar los sonoros fracasos de su gobierno.
Una desesperación propia del aislamiento en que ha venido cayendo Danilo Medina desde que se encaramó en el último vagón del tren de la reelección, que tanta corrupción, retrasos y crímenes de todo tipo le ha acarreado la ambición continuista al pueblo dominicano, en todas las experiencias.
El presidente-candidato no es un opinólogo de esos que él tiene operando en los medios, embaucando a lectores incautos a los que se les presentan análisis “imparciales y serios”, cuando son calculados encargos a operadores profesionales al servicio de la generosa ambición continuista.
El presidente-candidato no es un tercero en la contienda. Es parte interesada, que al despojarse de los lienzos de su flu de Presidente de la República y atacar abiertamente al oponente, antes de quedar legalmente iniciada la campaña electoral reconoce, con una ingenuidad propia de los pujos del parto forzado, que teme a los avances y la fortaleza de su competidor.
Si Luis no fuera objeto de preocupación ni representara peligro para la ambición continuista de Danilo ¿para qué reconocer públicamente que le preocupa la evolución de su candidatura presidencial?
¿Por qué convertirlo en blanco de su atención y ataques? ¿Por qué se le sale, así como del pecho, proyectar esa hostilidad que según los estudiosos de la conducta humana refleja temor, incertidumbre, miedo a lo que pueda deparar el porvenir?
Oigan si estuvo desasitiao y faltoso a la inteligencia de la gente el presidente-candidato, que atacó a su oponente en un escenario de campaña en el que dijo que aún no está en campaña (¿!).
Y haciéndose el sueco, Danilo “informó” que entra en campaña en enero, cuando ya el 24 de septiembre el párroco de Las Mercedes lo acusó de pasárselas “calle arriba y calle abajo”, mientras los plátanos y la yuca, y todos los bienes y servicios de consumo y uso diario, agrego, están cada vez más caros.
No pocos se preguntan ¿por qué Danilo se desespera y ataca a Luis tan a destiempo? ¿Es que los fabulosos gastos en opinólogos y bocinas en los medios no le han funcionado, y se ve obligado a entrar en escena él mismo?
(Oí que uno de esos opinólogos acabó con Marchena, acusándolo de no hacer nada para sacar al Presidente de su desesperado laberinto).
¿Será que anda tan solo el presidente-candidato en medio de la parafernalia de funcionarios, que se siente compelido a asumir una beligerancia política que tan mal le va -por lo extemporánea- con la investidura de Presidente de todos los dominicanos?
¿Es que a pesar de la campaña propagandística usando ilimitadamente los recursos del Estado para endiosarlo a Danilo, no se ha detenido la hemorragia de inconformidad y pérdida de confianza a su persona que la gente expresa ya abiertamente en todos los escenarios, sobre todo después que jurara y perjurara que no iba, para luego sacarse una Constitución reeleccionista de abajo de la manga?
¿Es que el fracatán de dinero con cargo dizque a las cuentas del PLD, ofertándolo al Presidente como un Chapulín Colorado salvador de todos los males habidos y por haber, no logra engañar a la gente para convencerla de que el secuestro del país por parte de la delincuencia no es responsabilidad directa de Danilo Medina como comandante en jefe de las FF.AA., la PN y todos los organismos de caliesaje del Estado?
¿Es que la costosa propaganda morada no convence a la gente de que el desguañangue de los hospitales es responsabilidad de los médicos, y no de su patrón que es el gobierno? ¿Y de que a más de 50 años de Juan Bosch enronquecer pidiéndolo, no es justo que una mayoría del pueblo acueste a sus críos sin abastecerles las barrigas con “las 3 calientes”?
¿Que aún muchísima gente anda cargando agua sucia en laticas y jigüeritos para asearse y limpiar sus casas y hasta para beber, mientras se la comen los mosquitos en las interminables noches de calor y apagones?
¿Es que, como le ha planteado Abinader en reiteradas ocasiones, Danilo no acepta que debe dejarse de andar politiqueando y ponerse a trabajar para resolverle a la gente, cuya mayoría, digo yo, coge más lucha que Jack Veneno, el Campeón de la Bolita del Mundo?
Danilo ataca tan temprano por el temor que siente al saber que la caída de su popularidad y el aislamiento del pueblo llano, la sociedad civil y representantes del empresariado, hacen estragos en las posibilidades de materializar su ambición continuista.
Ataca por el miedo que le ocasiona saber que simpatía y apoyo desinteresado sólo le expresan algunos subalternos, y beneficiarios. Proyecta una agresividad que es temor al conocer que sus actividades proselitistas no cuentan con presencia espontánea y entusiasta de pueblo.
Se asusta porque ya historias periodísticas independientes reportan que a sus mítines le transportan la gente desde otros lugares, a base de grasa, tragos y algo más metálico. Y porque en las mesas principales de sus actos políticos no se sientan personalidades independientes, sólo funcionarios y acólitos.
Danilo ataca proyectando agresividad por saber que los 8 legisladores y aliados importantes perdidos, los dirigentes y candidatos del PLD que junto a sus equipos políticos se han unido al PRM y la Convergencia, le han restado bases de apoyo a su candidatura, con las que antes de su aventura reeleccionista contaba el peledeísmo.
Danilo está nervioso y ataca extemporáneamente a Luis, por saber que la declaración de Cristina Lizardo y otros funcionarios subrayando que no habrá blindaje de la Constitución “hasta después de las elecciones”, que le evite al país “un Trujillo del siglo XXI” como alertó Leonel, mientras otros dirigentes reclaman que se cumpla esa parte del acuerdo por la que los legisladores leonelistas votaron en favor de su reforma reeleccionista, expresan una fractura como nunca antes habían conocido los peledeístas.
Suele sentenciar Fafa Taveras, un veterano de mil batallas, que de la ambición desmedida al crimen, no hay más que un paso, y que sabiéndose atrapados y sin salida pueden los ambiciosos continuistas venir con cada clase de inventos.
¡Ojo al Cristo, que es de plata!
Nelson Marte