El controversial intérprete de música urbana Antonio Peter de la Rosa (Omega) regresó ayer al país por el aeropuerto Las Américas sin cumplir ninguna inspección migratoria ni que sus maletas fueran revisadas y se dice que salió de esa terminal escoltado por autoridades como si se tratara de un jefe de Estado.
Sin importar el contenido del equipaje del señor Omega ni de su trascendencia artística, esa irregularidad raya en el escándalo y refleja la carencia de controles o los privilegios que se dispensan a pasajeros influyentes a los que se procura en las escalinatas del avión sin que nadie se atreva a hurgar en sus maletas.
Más grave aun es la versión de que un general retirado habría influido para que ninguna autoridad fiscalizara el ingreso de ese artista ni le tomara una declaración aduanal como se exige a todos los visitantes nacionales o extranjeros.
Los salones en el aeropuerto Las Américas reservados para personal diplomático, legisladores, ministros e invitados especiales, tienen un estricto protocolo que, penosamente, no se cumple, por lo que esas salas son usadas con frecuencia para despedir o recibir a personas que no llenan tales requisitos o para poder evadir controles aduanales en el ingreso de maletas.
El escándalo que ha significado la denuncia de que el mambero Omega pudo salir de esa terminal en compañía de un general retirado sin ser objeto de fiscalización a su persona o equipaje ha puesto al desnudo un mayúsculo desorden que colocan en estado de vulnerabilidad los canales de seguridad de ese aeropuerto.
Hay que entender lo que ocurre o puede ocurrir en un aeropuerto donde cualquier oficial, político, funcionario o gente influyente se coloca por encima de la autoridad para que un viajero viole controles migratorios, aduanales o de seguridad, que incluye la no revisión de los equipajes.
Se requiere una exhaustiva investigación en torno a tan escandaloso caso, que parece ser la punta del iceberg de una práctica cotidiana que implica a mucha gente y que reporta beneficios a particulares y problemas de seguridad a las terminales aeroportuarias.
Si el señor Omega se considera con tanto poder para anular los sistemas de controles y seguridad del aeropuerto Las Américas, hay que imaginarse qué podrían hacer otros personajes que tocan un mambo más fuerte y de mayor influencia.
Editorial El Nacional
Caricatura: Cristian Hernández
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