El costo de la salud en manos privadas, en empresas mediadoras y grupos de médicos asociados a emporios del área, constituye un verdadero dolor de cabeza para los pacientes y afectados que requieran servicios de internamiento, cirugía o, en muchos de los casos, una simple consulta.
Aunque una solución al alza decretada por estas empresas de la salud se discute en el Consejo de la Seguridad Social (CNSS) y la Superintendencia de Salud y Riesgos Laborales (Sisalril) para reducir el impacto en los clientes y pacientes finales, todavía no se ve una solución a corto plazo.
Lo cierto es que ya las clínicas privadas funcionan como verdaderas empresas de la salud. Primero está el dinero, las tarifas y los acuerdos de pagos a que deben someterse y luego viene la parte del trabajo que debe hacer el médico.
Antes de llegar a la consulta hay todo un proceso de “cotización” de los procedimientos, de los exámenes y la entrega de resultados.
Todos estos pasos están amarrados a una cadena de dinero y costos tan rígidos e inmediatos que terminan afectando, incluso, el tiempo de visita a los médicos especialistas, además de la reducción o el abandono de los tratamientos, porque se hacen incosteables para los pacientes y familiares.
Al alto costo de los tradicionales servicios básicos hay que agregar el de los servicios médicos. Esperemos que la decisión tomada de manera unilateral por la Asociación de Clínicas y Hospitales Privados pueda ser revertida cuanto antes, en beneficio de un sector muy importante del pueblo dominicano que demanda de este servicio.
Editorial El Día
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