Antonio Imbert Barrera.
Este es el relato de uno de los protagonistas de todo lo acontecido la noche del 30 de mayo de 1961:
“Debido a que no sé, cuál será el final que me aguarda Dios Nuestro Señor, creo un deber para con mi pueblo, en hacerle conocer como se llevó a efecto el ajusticiamiento del tirano Rafael L. Trujillo, en la noche del pasado 30 de mayo.
“Fue nuestro único objeto, el librar a nuestra amada patria, del control absoluto de la fiera humana que la ultrajó durante los últimos 31 años, llegando al final de sus días a querer desacreditar por todos los medios, a los representantes de Dios y a nuestra Religión.
“Siempre fui de opinión que el primer paso a dar, para terminar con la tiranía de Trujillo, fuese la eliminación física de su persona, ya que cuando el movimiento clandestino 14 de Junio, sugerí el plan de eliminación del tirano que fue aceptado, no pudiéndose realizar, por descubrirse toda la organización del 14 de Junio, en enero de 1960.
“Al salvarme yo de caer prisionero, al igual que muchos otros compañeros, y que lo debemos única y exclusivamente al valor que demostraron los compañeros que fueron torturados en la célebre 40.- Después de normalizarse mis nervios, y mi temor por los acontecimientos de enero de 1960, me dediqué nuevamente a buscar una nueva forma de librar a la patria de las garras del tirano: como es natural esta vez, lo hice con mucha precaución.
“Hice amistad con Salvador Estrella pues, sabía que era un hombre que estaba dispuesto a todo por la libertad de nuestro pueblo. Después de algunos días de nuestra amistad, y de haber hablado de la situación política reinante, le dije que la única forma efectiva de dar la libertad a nuestro país era la eliminación física del tirano. Él estuvo de acuerdo y quedamos en comenzar a hacer contactos, pues yo le dije que la mejor forma era que, como sabíamos que el tirano iba todas las semanas a su finca en San Cristóbal , y que por lo regular era en horas de la noche, la forma que podía resultar más conveniente sería, en la autopista, tramo comprendido entre la Feria Ganadera y el Cruce de Haina. Como Salvador tenía amistad y conocía a algunos oficiales de la guardia personal del tirano, por haber sido su hermano general Estrella, durante algunos años el jefe de la guardia personal, hizo el contacto con el primer teniente Amado García Guerrero, y obtuvimos todas las informaciones que necesitábamos al igual que la participación del teniente García y de otros oficiales en el plan, no obstante estar todos de acuerdo, por un motivo u otro pasaban las semanas y los meses y no se podía llevar a efecto lo convenido, cosa esta que podrá ser explicada con más detalles si algunos de nosotros sobrevive al momento actual.
“ Como dije anteriormente de una contrariedad a otra pasaban los meses y nada hacíamos. En marzo del año en curso hicimos contacto con Antonio De la Maza, al tratarle el asunto nos dijo, que él también estaba tratando sobre la eliminación de Trujillo.
“Después de varias conversaciones entre De la maza, Estrella y yo, llegamos al acuerdo de parte del plan de De la Maza, siempre que se aceptara parte del nuestro también. El plan quedó aceptado en la forma siguiente:
1.- Tres automóviles dispuestos de la siguiente forma: el primero se estacionaría en la avenida en los kms alrededores de la Feria de la Paz, con cuatro hombres debidamente armados. Dichas personas no podían ser nerviosas, y estar dispuestas a morir si fuese necesario. 2: El segundo y el tercer automóvil con dos hombres cada uno, también debidamente armados y dispuestos a morir, se irían más adelante en la autopista.
“La segunda etapa de dicho plan se llevaría a efecto en la siguiente forma: como De la maza ya tenía contacto con Juan Tomás Díaz, y este a su vez con el General R. Román y otros, acordamos lo siguiente: en primer término Pupo y Juan Tomás, no estaban dispuestos a actuar hasta que no vieran con sus propios ojos al tirano apresado o muerto.
“Tan pronto ellos estubieran convencidos de que había desaparecido el peligro del tirano, todos nosotros juntos entraríamos al Palacio Nacional, para desde allí dominar sin mayor derramamiento de sangre la situación.
“En el tiempo que se tomaba para que llegaran al Palacio algunas personas ya señaladas a ocupar posiciones, por su reconocida seriedad, capacidad y su oposición al regimen de Trujillo, con dichas personas pensábamos formar una junta de gobierno, civil y militar, por un periodo de transición, en ese lapso que sería en el curso de la noche, Estrella y yo acompañados por el personal que se estimara conveniente, nos trasladaríamos a la Penitenciaría de la Victoria y a otros lugares donde hubiera presos políticos, para ponerlos en libertad inmediatamente.
Pasaré ahora a la noche del 30 de Mayo. Como sabíamos que los días en que regularmente el tirano escogía para trasladarse a su finca, eran de martes a jueves de cada semana, siempre desde las 7 P.M., estábamos reunidos en la casa de Estrella, en la calle Cabrera no. 21. De la Maza, teniente García, Estrella y yo, pues podíamos observar perfectamente cuando pasaba caminando a pie el tirano con su comitiva, por la Ave. Máximo Gómez, observábamos si el tirano vestía ropa militar ya que estabamos enterados que cuando él iba para la finca, usaba uniforme. Yo miraba el paso desde una ventana con unos anteojos para comprobar si el tirano llevaba uniforme o no, al comprobar que esa noche vestía de militar, seguido salí y se lo informé a los compañeros que estaban parados al frente; inmediatamente nos pusimos en movimiento para trasladarnos a nuestro sitio en la Avenida George Washington, allí nos juntamos Estrella, De la Maza, teniente García, Ing. Huáscar Tejeda, Pedro Livio Cedeño, Ing. Roberto Pastoriza, y yo. Convenimos que dos de los automóviles se fueran adelante, o sea, dos o tres kilómetros del sitio donde nos encontrábamos. Estos dos vehículos que estaban ocupados uno, por Huáscar y Pedro Livio, el otro por Roberto, con la misión de que si nosotros o sea De la Maza, Estrella, García y yo, que permanecíamos en el sitio ante dicho, por cualquier circunstancia no podíamos darle alcance al carro del tirano cuando pasara, ellos se darían cuenta por señas de luces que yo le haría y entonces ellos, tenían que obstaculizar el paso del carro del tirano y entrar en acción inmediatamente. Así nos separamos quedando en espera.
“Dispusimos que yo conduciría nuestro vehículo por ser el menos nervioso. De la maza, ocuparía el asiento al lado mío, en la parte de atrás, del lado derecho García y del izquierdo Estrella.
“Así estuvimos esperando hasta las 10 menos cuarto, cuando alcanzamos a ver el carro del tirano que venía, un Chevrolet modelo 1957, inmediatamente nos montamos en nuestro vehículo y tan pronto como pasó los seguimos atrás, al llegar frente a la Feria Ganadera lo alcanzamos y seguimos detrás de él, hasta pasar la iluminación que hay en dicha vía. Como a 300 metros de haber dejado la iluminación, le pedí la derecha al carro del tirano, por medio de luces, el chofer seguido abrió paso, así me situé paralelo al vehículo de ellos y dí la orden de fuego.
“Los disparos debían ser concentrados, sobre el chofer con la idea de ver si podíamos apresar vivo al tirano. Sonaron dos disparos hechos por De la Maza y García, no fueron efectivos, en seguida nos dimos cuenta.
“El chofer del tirano, detuvo bruscamente su carro, dando lugar a que nosotros nos pasaramos delante de ellos, al notar la maniobra, inmediatamente dí la vuelta en redondo, para avanzar hacia ellos. Cuando avanzábamos de frente, a una distancia de 15 o 20 metros donde se encontraba ya estacionado el carro de ellos, nos dispararon la primera ráfaga de ametralladora, seguido detuve nuestro vehículo y ordené la salida del mismo al lado contrario de donde provenían los disparos. De la Maza y yo avanzamos hacia la parte delantera de nuestro carro y Estrella y García a la parte trasera, enseguida empezamos a intercambiar disparos, así permanecimos de 3 a 5 minutos. Noté que estaban haciendo sonar las sirenas del carro del tirano entonces concentré mis disparos a la puerta del lado del chofer en ese instante De la Maza me dijo, vamos a terminar esto que se está alargando mucho, entonces retrocedí al sitio donde estaban Estrella y García, les dije que nos cubrieran porque nosotros íbamos a avanzar hacia el carro del tirano. De la Maza se dirigió hacia la parte de atrás y yo hacia la parte delantera, noté que De la Maza había comenzado a disparar y me dijo en voz alta “tocayo va uno para allá” enseguida noté que me habían dirigido una ráfaga de proyectiles, inmediatamente ví una figura que salía por la parte de adelante del carro del tirano, y me dí cuenta por los gritos y el metal de voz que era el tirano que estaba herido, avanzó un poco más y cayó al suelo como a tres metros de donde yo me encontraba quedando en medio del pavimento de la autopista boca arriba con la cabeza hacia Haina, no se movió más.
“Escuché en ese mismo instante dos disparos más e inmediatamente me dí cuenta de que un carro que se había detenido a pocos metros, avanzaba Cedeño hacia nosotros diciéndonos que estaba herido. Había ya terminado la acción.
“Entramos a Cedeño en nuestro vehículo, lo puse en marcha deteniéndonos al lado del cadáver del tirano. Ya estabamos todos reunidos y le pregunté a De la Maza que dónde estaba el chofer del tirano, a lo que me contestó que sabía que estaba herido y que había salido huyendo. Inmediatamente introdujeron el cadáver del dictador en el baúl y emprendimos el regreso a la ciudad, en el carro veníamos De la Maza, Cedeño, Estrella y yo, en el segundo carro Huáscar, Pastoriza y García, quedándose un carro estacionado más adelante por habérsele pinchado una goma. Doblé en la autopista hacia la izquierda por la cervecería, para salir a la carretera Sánchez hasta frente a la lotería, doblando hacia la izquierda por una carreterita que sale a la Avenida Angelita, pues en ese tramo pensábamos hacer una llamada telefónica a Juan Tomás, no siendo posible por estar la casa cerrada, tomamos la Ave. Bolívar y doblamos para ir a la casa de Juan Tomás en la Ave. Pasteur. De La Maza y Estrella seguido llegamos a la casa de Juan Tomás entraron pues yo había detenido nuestro vehículo en un lugar un poco oscuro, en el patio de la casa. Noté que habían varios vehículos estacionados dentro del patio de la casa, al querer yo avanzar hacia el interior de la casa de Juan Tomás y ponerme en la luz, un hombre de los que allí estaba me dijo que no cruzara pues tenía toda la ropa llena de sangre por las heridas que había recibido, esto es fragmentos que se me habían alojado uno en el lado izquierdo del pecho que me perforó una vena y otros en el brazo izquierdo al igual que en la rodilla. Retrocedí nuevamente y me paré al lado de nuestro carro donde el teniente García se encontraba, que también estaba herido por un proyectil en una pierna.
“El teniente García me dijo que Cedeño tenía dos balazos, y que había que llevarlo inmediatamente a una clínica, pues parecía que era de gravedad. En ese instante vino Estrella en compañía de Huáscar y me dijo que nos iban a llevar al médico para curarnos, pues yo seguía sangrando mucho y García tenía mucho dolor en la pierna. Acto seguido nos montamos en el carro que conducía Huáscar y le dije a éste que me condujera a la calle Cayetano Rodríguez, donde el Dr. Durán, al desmontarnos frente a la casa les dije a los compañeros que debíamos sentirnos satisfechos y orgullosos por haber dado el primer paso hacia la libertad de nuestro pueblo. De inmediato entramos a la casa y empezó el Dr. a curarnos.
“Como es natural esto es una relación a grandes rasgos en los acontecimientos más detalles de persona que estaban enteradas y que cooperaron en una forma u otra los he omitido por no considerarlo prudente en estos momentos.
“Hoy día 2 de Junio del año 1961, aún no me he podido explicar las causas que han motivado el que no se haya podido llevar a efecto la segunda etapa del plan convenido, ya que la responsabilidad en esa parte descansaba única y exclusivamente sobre Juan Tomás y Román.
“Esta relación de los hechos solamente debe darse a conocer en caso de mi muerte y que no represente peligro alguno para los señalados en cada información. Tomando en cuenta el consultar con personas capacitadas que determinen la imposibilidad de perjudicar a cualquier persona”.
Antonio Imbert Barrera
El Caribe
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