Todos conocemos de la vida pública de Minou Tavárez. Es una mujer honesta, laboriosa, atenta al quehacer social y con firmes valores morales y cívicos. Incursiona en política con el propósito de contribuir a hacer una nación donde predomine la justicia social. Sin embargo, acaba de renunciar a la militancia del PLD. Esperábamos que lo hiciera. Sus altos dirigentes, hambrientos y ambiciosos, cambiaron su misión. Han hecho del PLD un asco de partido. Uno más del montón.
Se empeñan en mantener una plataforma de hambre e ignorancia para poder manipular y esclavizar los pobres. Decidieron imitar y proteger los tutumpotes. La cúpula se hace millonaria, los infelices mueren de hambre. Combaten la democracia, prefieren la dictadura. Destruyen y dividen partidos políticos de la oposición. Se fomenta la corrupción, el narcotráfico, la impunidad. Usan a su antojo el presupuesto nacional. Invierten millones en limosnas, tarjetitas, regalar habichuelas con dulce, platos, etc... ¿Cuántas viviendas y pequeñas empresas se hubieran construido con los 176.9 millones que utilizó la Cámara de Diputados para promover sus miembros en el Día de las Madres, repartiendo vasos y planchas a un pueblo que necesita viviendas y trabajo?
Minou es seria y responsable. Aboga por un desarrollo integral, equilibrado y humano, donde todos tengan acceso a los bienes. Esos ideales los forjó en el seno de su hogar. Fue un legado de sus padres, Manolo Tavárez y Minerva Mirabal, quienes combatieron la dictadura, lucharon por la libertad, se sacrificaron hasta morir por ella. Entró al PLD atraída por los principios. Escuchaba a su fundador, Juan Bosch, decir “sobre la injusticia, explotación y el abuso, no puede edificarse una República libre”, “no habrá un peledeísta que se haga rico con los fondos públicos ni que abuse de su autoridad”; “Debemos proteger los hijos de Machepa de los tutumpotes que le quitan sus bienes y los explotan”. Pero Bosch falleció y sus más aventajados alumnos abandonaron sus ideales.
El presidente del partido, al llegar a la presidencia de la República decidió ser “un Balaguer chiquito”, un “Vinchito”. Sepultaron a Bosch y sus principios. Se quitaron la máscara. Soltaron la ambición reprimida. Surgieron negocios, mansiones, viajes, prebendas. Llenaron los espacios de corruptos. Las riquezas exhibidas con descaro. Los de la cúpula se blindaron en las altas cortes. Los honrados, como Minou, sorprendidos e impotentes, observaban el cambio. Sus voces, reclamos u observaciones, no las escuchaban. Cual logia, todo se ocultaba o justificaba. Solo se escuchan “conceptualizar” retorciendo la realidad, hablando de “vida en valores” y modernismo. No hay coherencia entre las teorías y las prácticas.
Muchos no resisten escuchar tantas mentiras, engañando los pobres, deformando la militancia del partido. Balaguer, lo dijo: “No somos suizos”. Hoy, el presidente del PLD es uno de los hombres más rico del país. Dueño de un millonario negocio que estableció en su primer periodo como presidente de la República, la Fundación Global. Tampoco ha explicado el hoyo fiscal de 200,000 millones de pesos que dejó ni como logró la Vicepresidencia para su esposa, sin meritos políticos.
Minou conoce esa realidad. Me imagino sus luchas tratando de evitar que se desviaran del camino. Su salida fue un indicador de que no busca bienestar personal sino social. Es difícil respirar en un antro de corrupción como ése, elegantemente tejido. Su salida fue un decirles despierten, frenen esa ambición de bienes materiales y poder, cuiden la democracia, ayuden los pobres. Salió para decirles que al igual que sus padres y Bosch, no desmayaran en buscar la libertad, dignidad y justicia social; que lo más importante no es un grupito con poder y riqueza sino toda una población con bienestar y paz.
No podía aceptar ni hacerse cómplice de tantas mentiras, hipocresías, corrupción arropadas de impunidad, mientras el pueblo se cae a pedazos. Conociendo sus valores, a los peledeístas serios no debe sorprenderle su decisión. Así interpreto su acción. Minou, magnífica lección para la juventud. ¡Dios te bendiga!
Venecia Joaquín
Z-101 Digital
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