Leonel Fernández creyó que el dinero lo podía comprar todo. Y lo usó para comprar y corromper cuando le pasaba cerca o se encontraba a su lado. No respetó familias, partidos, intelectuales, profesionales, dirigentes sociales, religiosos, militares, periodistas, jueces de todas las cortes, congresistas de su partido y de la oposición. ¡Y hasta una que otra magadiva compró!
El presidente que decidió “pagar para no matar” y creo un programa sucio para distribuir miles de millones de pesos entre lúmpenes, tígueres y delincuentes de barrios marginados y simpatizantes de su propio partido para corromperlos.
Claro, no lo hizo con su dinero, (que nunca tuvo hasta llegar al poder) sino con el dinero del Presupuesto Nacional.
Compró las siglas del Partido Revolucionario Dominicano por una bagatela mediante el acuerdo de las corbatas azules con Miguel Vargas, al que le entregó 15 millones de dólares del Banco de Reservas entre otros privilegios. Ya antes había adquirido otras franquicias, entre ellas la reformista, que lo llevó al poder de la mano de su otrora líder Joaquín Balaguer.
Compró y corrompió su propio partido, enriqueciendo y envileciendo a sus principales dirigentes y militantes al punto de crear una casta de millonarios nunca ante vista en la historia democrática del país.
Sin ningún descaro dijo que compraría las elecciones del 2012, para lo cual disponía de 40 mil millones de pesos, 90 millones de raciones de alimentos para los pobres y petróleo de Venezuela. ¡Y así lo hizo! Creó un déficit fiscal cercano a los 200 mil millones de pesos para llevar a la presidencia al candidato oficialista Danilo Medina. ¡Pero lo hizo! De ese modo evitó la cárcel junto a sus alcancías.
¡Pero oh ironía de la vida, el dinero que usó para derrotar, manipular y corromper a los demás, incluyendo las instituciones públicas y privadas, ahora es utilizado en su contra! Sus compañeros, socios y relacionados, le están pagando con la misma moneda: La traición, la mentira y el engaño, utilizando los recursos públicos.
El Estado que derrotó a Danilo en las primarias del PLD, es el mismo Estado que ahora derrota a Leonel en las elecciones del Comité Central y el Comité Político. Es el mismo dinero que se emplea en mítines y caravanas en su contra, el mismo que se usa en espacios pagados en la prensa para descartarlo como candidato presidencial.
“Cría cuervos, y te sacarán los ojos”, dice el pueblo.
¿Quién le iba a decir a Leonel que aquellos que convirtió en ministros, diputados, senadores y embajadores, millonarios en pesos y en dólares, les sacarían los ojos?
“El amor y el interés se fueron al campo un día. Y más pudo el interés que el amor que le tenía”, dice un refrán popular. El amor hacía Leonel nunca fue verdadero. Lo compró en el mercado de las putas que tanto abundan en la política.
La lealtad no es un valor inalienable en la política criolla. Y mucho menos una lealtad fruto de la corrupción y el robo del dinero del Estado. Leonel no hizo amigos en el Gobierno, hizo lacayos, crótalos y tránsfugas, seres despreciables al servicio siempre del que mejor pague.
Y la antorcha de la corrupción ya no la tiene Leonel, la tiene Danilo.
Los “incondicionales” de Leonel se reducen cada día en la medida en que sus antiguos colaboradores tienen intereses más personales y coyunturales. El León no ruge, aúlla. No es una fiera moviéndose en yipetas negras, con los vidrios entintados, blindadas, y decenas de helicópteros para protegerlo del miedo con generales armados.
Ahora está reducido por las encuestas que antes pagaba, vilipendiado, repudiado y maldecido por los “ingratos que nunca tienen memoria”. ¡Ahora el León parece un simple gatito inofensivo! ¡Oh ironía de la vida!
Juan Taveras Hernández (Juan TH)
Comunicador y periodista
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