Foto: Carmen Suárez/Acento.com.do/Uno de los agresores mientras golpea al reportero de Acento Esteban Morales.
En la dictadura de Trujillo, el mes de noviembre fue el escenario del sangriento y dramático asesinato de las Hermanas Mirabal. Minerva, Patria y María Teresa fueron vilmente asesinadas por el tirano, por sus vinculaciones a un movimiento político que enfrentaba al tirano, el movimiento 14 de Junio.
La muerte de las hermanas se realizó en una forma brutal, las descripciones de los hechos muestran el uso de torturas, golpes, palos y batazos. Estos detalles del asesinato representan simbólicamente los medios que el régimen utilizaba para reprimir a sus opositores, palos y bates.
En el régimen existía un grupo de personas que eran pagadas para dar palos y batazos a sus opositores en manifestaciones de protestas, estos eran los llamados “paleros”. Esta práctica continuó en el régimen de Balaguer con la conocida “Banda Colorá”.
En noviembre del 2012, los paleros hacen su reaparición para el enfrentamiento con la repetición del uso de palos y bates las protestas organizada por grupos de jóvenes que exigían sometimiento a la justicia al ex presidente Leonel Fernández y el senador Félix Bautista por expedientes de corrupción. Esto ocurrió frente a la FUNGLODE.
Hace unos días, el 5 de noviembre del 2014, se repite la historia con el componente de violencia de género. Frente al hotel Embassy Suites by Hilton Silver de Sun Gallery, donde se realizaba una actividad organizada por la FUNGLODE y un grupo de empresarios con el ex presidente Leonel Fernández, se producía una manifestación en reclamo de su sometimiento a la justicia por expedientes de corrupción. La protesta fue reprimida por un grupo de jóvenes y hombres adultos que llegaron allí con gorras del PLD, bates y palos.
Estos golpearon a las personas que protestaban, a periodistas y camarógrafos de diferentes medios de prensa que se encontraban allí. Se resalta la imagen del golpeo y maltrato por varios hombres contra una mujer que tenía un letrero elaborado en papel.
La práctica de pagar para el ejercicio de violencia y maltrato contra manifestaciones de protestas es típica de los estilos dictatoriales (Trujillo, Balaguer), cercana a la práctica del sicariato y es un ejercicio delictivo y violatorio de derechos humanos.
La promoción de esta práctica demuestra la gran conexión que existe entre corrupción y delincuencia, redes delictivas, impunidad y violencia de género. La misma debe ser erradicada.
Se debe investigar y someter a la justicia a sus autores intelectuales y físicos. Mantener a “los paleros” en su ejercicio contra-protesta afecta notablemente la imagen de modernidad y democracia que promueve el expresidente Leonel Fernández y la FUNGLODE así como también la democracia y gobernabilidad en nuestra sociedad.
Tahíra Vargas García
tahiravargas@yahoo.es
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