¿Leonel en trance?
La pasión enciende, decide, tuerce. Solo existe un adversario y es él. Demiurgo malevo. Quien no grite en su contra es presa de sospecha. Hasta en la tribulación magnifican al ex presidente Leonel Fernández. Después de doce años de mandato, le imputan ser despilfarrador, autor de un déficit fiscal sin precedentes. El prontuario aumenta, ahora le atribuyen auspiciar turbas y encubrir prevaricadores. El agraviado no reacciona. Espera.
En el 2012 era previsible el presente. Hubo advertencia. Nadie leyó ni quiso entender. Revisar el universo del presidente del PLD, no es necedad. Orienta. Para crear el mundo el Señor necesitó seis días. Pudo ser menos o más, el tiempo bíblico es diferente. Exacto sí fue el tiempo requerido, por el exmandatario, para organizar su universo que parece estremecerse. Bastó un cuatrienio. Los ocho años subsiguientes sirvieron para fortalecer su obra con el auspicio y complacencia de sus criaturas.
El primer día, Dios creó la luz y Leonel diseñó el nuevo camino. El segundo día, Dios separó el cielo y la tierra, Leonel comenzó la suma. Mansos y cimarrones, derecha, izquierda y manca. Todos cupieron en sus legiones. Seguidores de Mao, Lenin, Trotsky, amantes de Escrivá, deshechos de la tiranía, del oráculo de Navarrete, admiradores de Peña Gómez, de Lagos, Lula, de Tiro Fijo y Mandela, de Chomsky y Fidel. Desde el merengue hasta la sonata. Arafat y Ben Bella. Su universo se dotó de especies, como el Arca. Un peronismo caribeño.
Al cuarto día, Dios creó los mares y Leonel creó los Bloques. Del Frente Patriótico al Bloque Progresista, para evitar remordimientos. Y al quinto día, el Señor llenó el mar de peces y los cielos de aves y correspondió al universo de Leonel el momento de las canonjías discretas. Otorgó becas, contratos, embajadas, consulados, gestionó trabajos en organismos internacionales, invitó a viajar a supuestos contradictores y a la parentela de esos. Al sexto día, Dios creó al hombre y a la mujer y ya Leonel tenía huestes agradecidas que soñaban con la mirada del muchacho de Villa Juana, que logró y mantuvo el solio. Gozaba de una aceptación sin precedentes. Y no descansó, no cree en sábado. Salió airoso de su iniciático mandato, aunque concluyó sin solucionar problemas legendarios. El artífice del DEPRECO y del Plan Nacional de Lucha contra la Corrupción, justificó el Programa de Empleo Mínimo Eventual y de Acción Barrial.
“A los que atentan contra el orden público y la seguridad de la ciudadanía: se les paga o se les pega”.
En el año 2000, el presidente Mejía, sin ser legislador, impuso un privilegio penal, proclamó que a los exmandatarios no se les mortifica. Y el universo Leonel siguió intacto. Regresó como redentor. Indemne. El desastre financiero reclamaba su donaire y prudencia. Las imputaciones a su gestión anterior se olvidaron.
Fortalecido por la estabilidad macroeconómica, justificó el clientelismo. “Decir que el clientelismo es un fenómeno deliberado y promovido por los partidos, es desconocer la estructura económico, social, cultural y el entorno en el cual ellos se desenvuelven”.
Sin oposición, concluyó su segundo mandato. Gana en el 2008. No importó la inseguridad ciudadana, la crisis eléctrica, el deterioro de la salud pública y la educación, el peculado ni el narcotráfico.
Entonces, más que Metro, quiso Constitución. La prestancia jurídica acudió al toque de su trompeta. Él, impertérrito, acarició la vanidad de cada uno. Los tuvo a sus pies. Sumó. Nadie lo acusaba. De repente, es sujeto del escarnio. Descubren que es ególatra y pícaro. Ah país impredecible que reitera errores. Trujillo no reinó solo. Multiplicó adhesiones por miedo, conveniencia o decisión.
La mecedora de Lugo fue excepción. Balaguer consiguió el título de padre de la democracia, quien no se atrevió a la genuflexión pública, aceptó sus dádivas y callaba. El universo creado por Leonel es extenso, a pesar del percance, debe estar diseñando la resurrección. Su error fue no prever el apocalipsis.
Carmen Imbert Brugal
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