Se supone que son tiempos felizmente superados, pero dos oficiales de la Policía Nacional nos han recordado que es posible volver a las odiosas prácticas del pasado, como si Joaquín Balaguer y aquellos terribles doce años de gobiernos represivos, enemigos de las libertades públicas, fuesen una recurrente pesadilla de la que no podremos librarnos nunca.
Y es que resulta imposible no comparar la irrupción de un coronel y un teniente coronel en una reunión celebrada en el Centro Bonó, donde tomaron fotos de los asistentes y revisaron la lista de participantes, con los métodos de la “dictadura ilustrada” del caudillo reformista, como recordó la dirigente gremial María Teresa Cabrera, quien se encontraba presente en el encuentro.
“Esto era muy común en los doce años de Balaguer, pero en estos tiempos es sorprendente que volvamos a tener un práctica de violación del derecho de reunión consagrado en la Constitución”. ¿Pero por qué resucita el gobierno (nadie es tan zoquete para creerse el cuento de que esos oficiales andaban patrullando en la zona y entraron a curiosear) métodos mas propios de las dictaduras que de las democracias?
Probablemente porque los que estaban allí reunidos, representantes de la Coalición del Poder Ciudadano, la organización que promueve las protestas semanales contra la OISOE, han conseguido poner nervioso al trogloditismo que medra en su seno, que pretende convertir en “enemigos de la paz pública” a quienes legítimanente protestan contra la corrupción y la impunidad.
Por eso me atrevo a decir aquí que lo ocurrido en el Centro Bonó con esos oficiales, que según el vocero de la Policía, el general Máximo Báez Aybar, están bajo arresto para ser investigados, es una elocuente demostración de que no obstante los avances democráticos que hemos cacareado con tanto ruido durante las últimas décadas no hemos avanzado lo suficiente como para evitar recaídas tan peligrosas.
Claudio Acosta
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