Sí, la bullanguera crisis del PRD, tuvo como su principal detonante la posición adoptada, y el papel, no precisamente airoso, que por gusto, necesidad, presión, despecho y/o beneficio, se prestó a desempeñar Miguel Vargas Maldonado.
El señor Vargas, en algún momento, que bien pudo ser muy anterior "al pacto de las corbatas azules", llegó a unos acuerdos de naturaleza y alcances no especificados con Leonel Fernández y su grupo, a cambio de conveniencias, cuyos detalles conocerán ellos y sobre las que nosotros hemos visto lo que se ha mostrado en público, aunque todo saldrá a flote en su momento, porque como ya se ha constatado, Vargas no es de la gente a quien los tejemanejes les permanecen subterráneos por mucho tiempo, exceptuando, quizás, algunas lavazas arrinconadas.
Don Miguel no sólo disfrutó de deferencias jugosas durante el gobierno de Fernández, sino de convenientes distracciones, como la del entierro de las declaraciones de Sobeida Félix Morel sobre las contribuciones de Figueroa Agosto, y que fueron puestas en circulación hace poco (probablemente por el mismo que antes las había guardado) para contribuir a exacerbar los ánimos que ya estaban caldeados en el PRD.
En las pasadas elecciones, las cuantiosas repartideras de vehículos, millones, botellas y contratas -sacado todo de los bolsillos de nosotros- alcanzó a más de un seguidor de Don Miguel, que adhirió su voto y sus simpatías al candidato oficialista, Danilo Medina.
El propio don Danilo, tan sobrio, comentó en el fragor de la campaña, que su candidatura contaba con el apoyo del flamante presidente del partido opositor y si quedaban algunas dudas, el mismo don Miguel y su distinguida esposa, las despejaron cada vez que lo creyeron apropiado.
Sí, es una atrocidad que desde el partido en el poder se pueda disponer de recursos ilimitados para comprar lo que sea, y a quien sea, preferiblemente a la vista de todos.
Sí es un horror, que en la contienda política no haya algunas reglas y que algunas prácticas intolerables se aplaudan como habilidades a celebrar y no como delitos a condenar y perseguir.
Sí, la crisis del PRD, efectivamente, trasciende los límites de esa organización política, que por sí misma no es poco, ya que su base de sustentación, está en los sectores populares.
Sí, El PRD, que es el único partido de "masas" de República Dominicana y tiene un enganche profundo, de forma si se quiere hasta mística, con la dominicanidad flagrante y efervescente -dicho esto no como defecto, sino como virtud-, aunque para mí sea inexplicable.
Sus convulsiones afectan la sociedad en general y su completa postración, tiene un efecto nocivo en la vida social y política.
Sí, es cierto que la crisis que lo afecta no es una confrontación exactamente natural, ni espontánea, sino que ha sido impulsada y financiada con fondos públicos, desde el gobierno y que además constituye un temprano y preocupante síntoma de las consecuencias de la falta de arbitraje institucional e independiente que afecta al país.
Pero el PRD, como organización política, está lejos de ser una víctima simple de las conspiraciones y artimañas de Leonel Fernández, que aunque sea, como efectivamente es, un delincuente, sin principios y sin escrúpulos, para desmantelar el país, desmigajar su precaria democracia, formalizar y multiplicar las ejecuciones policíacas, afinar el Estado en un neoliberalismo tiranoide, para que sirva a un grupo minúsculo, a la vez que expande el clientelismo parasitario; desvalijar las arcas públicas y enriquecer hasta el paroxismo a una nueva casta de tutumpotes impunes, solo tuvo que perfeccionar la tradición.
Todo lo que Leonel Fernández y el PLD han podido hacer y los extremos a los que nos han llevado y en los que estamos, son parte de un proceso que ha marchado en una dirección y que no se ha modificado con los cambios de gobierno.
Hemos marchado hacia una sociedad más opresiva, hacia un gobierno menos democrático, hacia una religiosidad más impositiva y depredadora, hacia una policía más criminal y organizada como mafia; hacia una economía más excluyente.
Los principales partidos del país actúan de manera uniforme, como franquicias comerciales, como corporaciones mafiosas y no se plantean modificaciones estructurales de ningún tipo, ni la confrontación del la corrupción y el clientelismo.
Estos partidos, de carácter autoritario, no creen en nuestros derechos. Cuando les ha convenido lastimar la institucionalidad -sin prever los costos del futuro, aún para ellos mismos- cuando han necesitado modificar La Constitución, para ajustarla a sus medidas, lo han hecho sin pestañear.
El PRD no ha hecho oposición, sino competencia para sustituir a unos ladrones por otros, a unos agresores por otros y a unos clientes por otros.
Sí, entre sus miembros hay personalidades íntegras y valiosas, como las hay en el PLD, pero no son las que han marcado los rumbos de sus gobiernos, aún desempeñando funciones en ellos.
Ha perdido su identidad histórica. No ha asumido, ni siquiera parcialmente, algunas de las reivindicaciones que le debe al pueblo que lo conforma. No ha tenido empacho en ponerse a la cola de las peores causas y cuando ha ejercido el poder, no enmienda lo que critica a sus "contrarios".
Este desastre es un consenso. Y no habría sido posible sin la anuencia, la colaboración y los aportes del PRD, que como Saturno, se ha comido a sus hijos y ahora se está dando mordiscos él mismo.
No me animo a hacer pronósticos sobre a dónde irán a parar; pero sea donde sea; ojalá la lección les enseñe a identificarse a sí mismos, a reivindicar la parte bella y heroica su historia y a no coger detrás del primer ricachón que llegue a sus puertas ofreciendo caramelitos.
Nosotros, en tanto, debemos buscar opciones que no sean las que ya nos han defraudado una y otra vez.
Sara Pérez
DIARIO DE LA CIGUAPA
Acento.com.do
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