Como si fuese ayer recuerdo perfectamente cuando el presidente Danilo Medina al inicio de su gobierno, cuando afanaba esquivando llevar ante los tribunales de justicia a todos los ladrones que desfalcaron el país durante los ocho años anteriores, dijo algo más o menos así: "Hay gente que lo que quiere es ver sangre, yo no voy a actuar en contra de mis compañeros políticos de toda la vida". No fueron exactamente estas palabras, pero eso quiso dejar dicho.
El tiempo ha demostrado que él es fiel a sus compañeros, ellos no lo son con él. Desde que el presidente Medina apadrinó la impunidad de la pandilla de gánsters que asaltó al Estado durante el periodo 2004 - 2012, dejando inclusive altos cargos del gobierno en manos de esos corruptos se ha pasado todo el tiempo evadiendo ganchos y encerronas planificadas desde los mismos despachos del Palacio Nacional.
La Sentencia del Tribunal Constitucional 168-13, el afán de protagonismo de la segunda figura de la nación, las actuaciones irresponsables del Ministerio de Medio Ambiente y Recursos Naturales, el desafío de la Dirección de Migración, las inconductas de la Dirección de Minería, la insistencia de figurar todos los días en primera plana en los medios de comunicación, por una u otra razón de su antecesor. El desastre del Ministerio de Relaciones Exteriores y la burla pública de su incumbente, la violación a los trámites legales en la Cámara de Diputados para aprobar una modificación al Código Procesal Penal y las declaraciones sospechosas del Consultor Jurídico del Poder Ejecutivo un día antes de devolver al Senado las modificaciones propuestas, son solo algunas de las trampas que le han colocado al Primer Ejecutivo dominicano.
Ni hablar de las preferencias políticas de los senadores de su partido, quienes las expresan impúdicamente y del abuso que se ha cometido contra uno de los funcionarios más cercanos y de mayor confianza, el Ministro de la Presidencia. El Presidente se ha tenido que cuidar más de los suyos que de los de afuera.
Danilo Medina está pagando caro no haber dejado actuar al Ministerio Público en contra de la parte podrida de sus compañeros, mantener a impopulares y cuestionados funcionarios en el tren administrativo fue un error que quizás hoy lamenta.
Si el Presidente no hace un alto en el camino e inicia su propio gobierno, terminará como un presidente popular, que ni robó ni mató...y más nada.
Juan Santos / Desde La República Dominicana