Lula da Silva será investigado porque hay indicios de que utilizó su influencia para que el Banco de Fomento brasileño concediera préstamos a Odebrecht para sus obras en Cuba y República Dominicana.
La corrupción se investiga. Los indicios de corrupción se investigan. Los excesos de los funcionarios se investigan. Los abusos de poder dejan rastros y el Estado está obligado a seguirlos. Ese es el caso de Lula da Silva, que va a ser investigado y podrá demostrar que esos indicios son errados (o no) y que él es inocente. O no.
Imaginen que tenemos que investigar aquí la ramificación de esos negocios de Odebrecht y Lula, puesto que las obras se realizaron en este suelo.
Probablemente la Cámara de Cuentas iniciará una auditoría que estará lista en 2023. O una comisión especial del Congreso rendirá un informe más o menos como el que prepara el Ministerio de Turismo sobre el derrumbe del Hotel Francés. Sin fecha.
Quizá el tema se dejará para cuando se aclare el caso de los Tucanos, el de la denuncia dinero que se movió para la reelección o cualquier escándalo que sencillamente los peledeístas (porque son ellos los que controlan todos los poderes) ya no se molestan ni en desmentir. Sencillamente los ignoran.
Hay funcionarios, electos y nombrados, que han hecho de su cargo el trampolín para sus negocios privados. Son una afrenta a la sociedad. Hay una generación que ha crecido creyendo que ser peledeísta es una profesión.
Inés Aizpún
IAizpun[@]diariolibre.com
Diario Libre
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