Normalmente en diciembre la gente baja la guardia, como se dice popularmente, y de vez en cuando eso les da oportunidades para reflexionar acerca de las conductas y maltratos a los semejantes de los políticos desde una supuesta base de superioridad, lo cual, tarde o temprano, se le revierte y produce muchos resentimientos al engreído, siendo más peligroso cuando afecta al bienestar común.
La colectividad dominicana se ha visto atrapada por muchos seudos líderes, que en un momento dado se mostraron como los adecuados para dirigir al país, sin conocerle sus pensamientos íntimos, llenos de arrogancia y desprecios ocultos hacia sus semejantes, tan solo con el ropaje de un atrayente carisma para lograr el alcance de sus objetivos, contando con el apoyo que necesitarían para lanzarse a ser dirigentes nacionales, ocupando los cargos de mayor relieve en la burocracia de una sociedad.
Y el pueblo ha visto el accionar de los peledeístas en sus gobiernos, y de cómo se encierran en un caparazón, que es una fortaleza muy reservada para sus fieles seguidores, donde disfrutan del poder y aprovechan los recursos nacionales bajo sus responsabilidades en la administración pública, rechazando casi siempre todos aquellos que no simpaticen con ellos.
Los peledeístas han convertido el ejercicio del poder como algo muy exclusivo de ellos para disfrutar, como se dice popularmente, de las mieles que se derraman de su ejercicio, induciendo a todo el cuerpo dirigencial del partido a olvidarse de sus orígenes humildes de pobreza o clase media baja de estrecheces y penurias económicas. Se olvidaron de las prédicas del profesor Juan Bosch, mentor y guía originario, pero ahora relegado al armario de las cosas inútiles, convirtiéndose sus antiguos seguidores, desde hace pocos años, en poderosos elementos del cuerpo social que brilla en los lugares más exclusivos de la sociedad. Ellos disfrutan de la impunidad, la cual se sostiene en base a un sistema judicial carcomido e irresponsable, que permite que la cadena de asaltos al erario continúe a la franca, y más después de ver cómo la Suprema Corte de Justicia rechazó implícitamente el voluminoso expediente de lavado de activos que instrumentó el Procurador General de la República en contra de un legislador muy allegado a la cúpula de poder del PLD.
Ahora, que se acercan las elecciones generales del 2016, se nota la prisa de cómo los peledeístas van cayendo en las mismas debilidades de sus opositores, a quienes habían menospreciado, disminuyéndolos en sus condiciones de políticos, destacando sus desaciertos cuando ya fueron gobierno.
Existe una feroz lucha interna en la cúpula del PLD, donde las aspiraciones más diversas están provocando desamores y rencillas de quienes antes formaban una unidad monolítica que los hacía aparecer como clase aparte. Ahora observamos a varios funcionarios sumergidos en activas pre campañas, donde el uso de los recursos de los ministerios y direcciones generales que dirigen es incuestionable y se ven mermados en los mismos que eran para el desempeño del ministerio o de la dirección general, prefiriendo invertirlos semanalmente en los traslados y promociones de los aspirantes y sus seguidores a sus provincias. ¿Cuánto le habrá costado al país el masivo encuentro de un aspirante presidencial del PLD al concurrido encuentro del pasado domingo en el Palacio de los Deportes?
En 1996, los peledeístas en principio no creyeron que habían alcanzado el poder de la anciana mano del doctor Balaguer, que menospreció a sus seguidores en quienes no confiaba, para entregarle el poder a un joven político prometedor que le hechizó y llevó a elevarle el brazo en el Palacio de los Deportes.
En ese gobierno los actos dolosos no fueron tan numerosos como los de sus pasados períodos antes del 2012.
Pero los peledeístas han sabido evadir todos los controles para la liberación de fondos estatales, y el que hizo la ley hizo la trampa, ya que de una manera prodigiosa hasta han amañado los concursos estableciendo bases y condiciones imposibles de cumplir, y ya de antemano tienen previsto quién será el favorecido con determinado contrato, cosa que no ocurrió con los cientos de aulas que se sortearon al inicio del programa de construcción de las diez mil aulas de tan grata aceptación nacional.
Fabio Herrera Miniño
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