No es mucha la diferencia
No es mucha la diferencia entre los Gobiernos de Leonel Fernández y el que actualmente preside Danilo Medina. Al fin y al cabo es el mismo partido que lo sostiene; el partido que pretende mantenerse en el poder indefinidamente a cualquier precio.
El presupuesto nacional es un factor determinante en los procesos electorales, tanto internos, como externos. Está claro: El Estado en manos de Leonel venció a Danilo en la lucha interna. Ese mismo Estado, en las manos de Leonel, venció a Hipólito en las elecciones del 2012 para que ganara Danilo y evitar terminar en la cárcel junto a sus colaboradores y socios.
Ese mismo Estado, pero en las manos de Danilo, venció a Leonel y su pandilla durante la elección de los miembros restantes del Comité Central y el Comité Político.
Cuando Danilo, desde la Asamblea Nacional durante la toma de posesión habló de “no mirar hacia atrás”, ni lanzarle “ladrillos al pasado”, para ratificar “el cambio seguro” para los ladrones, y el nuevo “borrón y cuenta nueva”. Eso es borrar las cuentas viejas para crear otras cuentas, como está ocurriendo.
Los clanes del Gobierno de Leonel han sido sustituidos. Los apellidos de los nuevos dueños del país ahora son otros. Los Fernández, Cedeño, Bautista, Díaz y demás familiares y relacionados, han sido desplazados por los Medina, Pared Pérez, Peralta, entre otros.
Entre Leonel y Danilo hay diferencias, es cierto, pero de forma, no de fondo. Las estructuras corruptas del Estado siguen intactas. El endeudamiento externo sigue creciendo; el tratado de libre comercio con Estados Unidos es violado o ignorado; el acuerdo de Petrocaribe no beneficia al pueblo, por el contrario, los precios de los combustibles continúan subiendo; la mafia del Gas Licuado de Petróleo, que supera los 150 mil millones de pesos al año, ahora es más poderosa que antes, igual que la mafia de las importaciones de alimentos. El gran capital nacional y extranjero lo controla todo. La inseguridad jurídica es mayor que antes, como la inseguridad ciudadana. La inequidad social y económica es mayor cada día según lo establecen organismos internacionales. Casi cinco millones de pobres a pesar del crecimiento económico del que hablan las autoridades monetarias.
El de Danilo, como el de Leonel, es un Gobierno de ricos y para los ricos, a pesar de las “visitas sorpresas” a pequeños y medianos productores. Lo demás es puro cuento, demagogia, teatro. “Puro teatro”, como diría La Lupe.
La diferencia entre el gobierno de Danilo y el de Leonel está en que el primero es más humano, más sencillo y por lo tanto menos superfluo y fantoche. Sin hacer los cambios que amerita la sociedad, ni “lo que nunca se hizo”, mantiene un alto nivel de popularidad.
Su Gobierno se parece al de Leonel en el manejo de los medios de comunicación y la propaganda, pero sin invertir los 500 o 600 millones de pesos mensuales de Leonel, lo cual era un abuso y un derroche imperdonable. (El de Danilo no más corrupto que el de Leonel. Ningún Gobierno será más corrupto que el de Leonel).
Para Danilo, como para Leonel, la “imagen” que crea la opinión pública, es fundamental. La percepción muchas veces supera la realidad misma aunque no sea por mucho tiempo.
Danilo, como Leonel, quiere mantener secuestrada la oposición para poder navegar sin tormentas y seguir en el poder. Es por eso que el pasado domingo le envió a su socio Miguel Vargas un ejército armado hasta los dientes, como si se tratara de una guerra civil. A la de la corriente mayoritaria del PRD que encabeza un expresidente de la República y un aspirante a la presidencia de la República, no le envió ni un policía municipal.
La actitud, dice Mario Benedetti, es siempre la última palabra.
Juan Taveras Hernández (Juan TH)